lunes, junio 27, 2011

Yo, abogado.- Con el tiempo el gusto por mi profesión ha ido en aumento (in crescendo, que le dicen). Creo sinceramente que el Derecho debe ser la única disciplina que abarca casi todas las Humanidades: Historia, Filosofía, Sociología, hasta Literatura. En mi caso me dedico a la defensa desde mi propio Gabinete Jurídico. Es decir al Litigio en los Tribunales. Demás está decir que el abogado litigante es el abogado más completo (debe dominar el proceso, pero también la parte sustantiva). La sensación de la victoria y la derrota. A la par de mi espíritu librero en el libre albedrío, mi compra de libros de Derecho los hago en forma corporativa, es decir de una casa editora a la que me suscribo de vez en cuando para que me pueda inyectar información. Resulta necesario y forma parte de mi herramienta para el ejercicio de mi profesión, casi tan igual como la tijera para el peluquero o la navaja para el barbero. Cada que pienso en Abogado pienso -perdón por la redundancia- en Don Manuel Atanasio Fuentes (El Murcielago), o en el Cuzqueño (Q.e.p.d) Don Carlos Ferdinand Cuadros Villena, mi viejo profesor de Derecho Civil (dedicado en los últimos días de su senectúd a Desasnar a los vocales de la Corte Suprema). O en el Juez jubilado de una provincia Argentina y escritor secreto quien a su vejez empezó a publicar sus primeros cuentos, me refiero a Don Juan Filloy. El tema tiene para largo, pero así van las cosas.

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