jueves, febrero 07, 2008

En lo único que se fía Montero Glez.......

Esta noticia si la va de corta. Ya circula en Lima vía edición debolsillo de Mondadori la bravata "Sed de Champán", del madrileño Montero Glez. Básteme con citar el párrafo inicial de esta novelita lúmpen para saber de qué se trata el asunto, dice: "El charolito sólo se fiaba de su polla. Era lo único en el mundo que jamás le daría por el culo"; ya quisiera uno escribir como este hijo de puta, yo le venero.

Un día de difuntos en Lima...

En Lima la noticia de muertos conocidos ha hecho que las palomas de la catedral se espanten, y acto seguido el santo recinto se vea rodeado de una aureola de buitres. Por un lado la muerte del Historiador Gustavo Pons Muzzo, y por la tarde la trágica muerte del abogado Alberto Bustamante Belaunde.

El primero es el principal gestor y promotor de la historia peruana más light y estúpida que se haya escrito para la enseñanza en nuestras escuelas, tan pobres en formación de carácter. Con arreglo a esto habría que precisar además que de Pons Muzzo viene aquello de la historia peruana contada a medias y maquillada a gusto, y haber ensalzado al status de héroe a quienes realmente eran unos refritos fracasados. La medianía de ese vulgo oligofrénico que aplaude a rabiar a los llamados "jotitas", viene justamente de esa tara escolar.

El segundo caso es más raro aún. El abogado Alberto Bustamante fue cultivador de una inteligencia respetable y en la década del noventa se erigió como el principal divulgador del pensamiento liberal en el Perú. Sin embargo de la noche a la mañana cambió las lúcidas cátedras universitarias, las investigaciones serias y de fuste en relación a temas del estado y la reforma judicial, por el camión de basura que fue el gobierno de Fujimori. Es verdad que estos desaciertos sirvieron para que algún sector de mendicantes y fracasados se ensañaran con él, enemigos nunca faltan (y en el Perú te sobran), pero no es menos cierto que al hombre un desatino político como el que cometió le arruinó la vida. Hace poco lo ví y llevaba la cruz de la decandencia en su rostro desencajado.

Así es el Perú. Sino es alguien que nos pinta pajaritos en el aire, es otro que teníendolo todo para restituirle al Perú la inteligencia que tanto le hace falta, la termina cagando.

A ambos, que descansen en Paz.


La herencia de María Teta: Jessy Bulbo canta "Maldito"

Video oficial.

La herencia de María Teta: Jessy Bulbo...heroína de México


La madre del cordero era María Teta, la susodicha Under de los ochentas que la rompía en todo y por todos en un país que ya andaba como auto destartalado. Lo suyo, que fue el Punk, estaba adornado de palabrotas delirantes, improperios no apto para las radios, y un aura irreverente que por ser la mujer más identificable de la escena Underground captaba la atención de muchos, acusando así recibo de su empujón. De eso hace ya 20 años, cuando María Teta se desapareció, se borró solitita; cuando veía convertirse en la Lucha Reyes del Rock Peruano cogió sus maletas y se largó para Roma, porque todos los caminos conducen a Roma. Y vaya que se la creyó la muy puta.

De eso decía, hace ya 20 años, cuando quizás la Mexicana Jessy Bulbo jugaba muy niña a la comidita y no pensaba en armar una básica banda Punk, y mucho menos se imaginaba que tiempo después sonaría igualita a los psicodélicos sonidos de garage que en los polvorosos años ochentas producían en Lima su madre María Teta, incluída la chillona voz. Con ese cantar de niña desaliñada que entrecasa porta sus babuchas, Jessy Bulbo es la sensación Mexicana para toda la hordita punk, pero hay en ella un ingrediente que es imposible pasar por alto: su natural belleza, belleza que hace que el sonido primitivo de su música endulce cualquier amargura.

martes, febrero 05, 2008

Francisco Umbral y el Café Gijón....

Paco Umbral murió en un verano Madrileño (2007), el L enfant terrible de las letras madrileñas se fue para felicidad de la turbamulta y la promiscuidad española. Sus enemigos (que los tenía a montón), esos que no supieron asumir con alegría sus fracasos, ni esquivar con audacia sus escaramuzas, quedaron en el más miserable desamparo.

En Lima, al finado Umbral se le conoce, en demasía diría yo, ya que muchos cronistas y periodistas han tratado de imitar su pluma con calimitosos resultados, léase sino a Pedro Salinas (el hombre de los tirantes y la mirada de gato trepador).

Este su servidor pudo alucinar y conocer muy cojudamente Madrid gracias a Umbral, es decir: a través de sus libros (vaya consuelo). Y la viñeta que más me gustó fue aquella que le dedicó a la muerte de Encarnación Fernández, fundadora y dueña del Café Gijón. La historia de las letras españolas deposita en ese inmenso rincón, guarida o huarique, sus momentos más gloriosos. Lean sino este exquisito testimonio de confesionario íntimo cuya parte más interesante transcribo aquí:


"En el café estaban y están los alucinados de esa alucinación que es la gloria. Los último hombres libres del país. En el café, los males sagrados del hombre, que son, a saber, la cultura, el arte, la belleza, la gloria, el pensamiento. Los males sagrados que enferman a la humanidad de trascendencia (...) Recuerdo a Doña Encarna que me vio entrar incluso a mí (al café, n.r), pálido y tembloroso, hace ya bastantes años, cuando venía a llorar mi hambre contra el armario de luna de la pensión.

Doña Encarna muere a tiempo, cuando sus clientes más queridos ya han triunfado todos, y los que no, ya no van a triunfar nunca. Ella tenía más de cien años". Francisco Umbral "Amar en Madrid". Edit. Biblio-Planeta/1972.




lunes, febrero 04, 2008

Ignatius tenía razón (breve paseo por la obra de J. K. Toole)

Extrañas circuntancias rodearon la muerte del escritor norteamericano John Kennedy Toole. Dicen los entendidos y los vampiros que sólo después de muerto su obra salió a la luz. La primera publicación fue "La Conjura de los necios", segunda novela que en vida escribió el autor. El exito, sin embargo, le echaría una mano para que tiempo después se publicase la primera novela que escribió titulada "La Biblia de Neón" (publicado por anagrama en edición bolsillo).

Si en la biblia de neón aún la esperanza aguarda y el adolescente (protagonista de la novela) va conociendo el mundo como si consultase un vademécum (los pasajes tiernos, los incidentes coloquiales, y algunos dolorosos momentos donde va perdiendo de a poco la inocencia, yacen aquí descritos con brillo y hermosura), en la conjura de los necios el mundo es hecho trizas porque éste ha sido destapado y han saltado ante los ojos de un hombre adiposo y lúgubre: gusanos y serpientes que emergen de la podredumbre de los tiempos, y al que hay que combatir en todos los frentes.

Es pues Ignatius, personaje central de la novela y memorable alter ego del autor, a su vez: solitario y estrafalario cuestionador del universo y sus gentes (a veces moralistón, otras conservador, y muchas veces anarquista) el que escribirá en su glorioso cuaderno de apuntes las verdades que otros no se atreven ni siquiera a escribirla, mucho menos a parlar sobre ella. Básteme con citar, por ejemplo, como Ignatius anuncia la muerte de Mark Twain (ícono de la Literatura Nortemaericana) y rompe lanzas con él, dice por ejemplo: "La veneración que se rinde a Mark Twain es una de las raíces de nuestro estancamiento intelectual". (Pag.56). Y en un arranque de ira Ignatius engrapa esto: El optimismo me da náuseas. Es perverso. La propia posición del hombre en el universo, desde la caída, ha sido la de la miseria y la del dolor. (Pag. 67).