viernes, enero 18, 2008

Lima y sus orines están de cumpleaños..

Lima y sus orines están de cumpleaños. La capital del Perú que fundara Francisco Pizarro cumple un año más de vida. Esta Lima que fue hija de una gran puta como es España ya anda arcaica, y si alguna vez fue bella, tal registro ahora cuelga en las antiguas fotos de la casa Courret.

Su fundación fue el azar, pero no fue el azar lo que hizo de Lima la ciudad que arropa el centralismo, sino fueron los limeños y sus limeñeses quienes convirtieron la capital en un chiquero, quizás en homenaje al audaz aventurero que la fundó cuyo noble oficio era justamente el de criar chanchos.

Y cuando digo chiquero debe entenderse en la extensión de su espíritu criollo y colonial que aún hasta el día de hoy perdura.

De Lima han escrito desde Bertolt Brecht hasta Herman Melville, y muchos más. Y dan cuenta los visitantes (como Radiguet) del asombro que ellos sentían al encontrar en Lima la única ciudad de Sudamérica que persiste: en sus arcaicas costumbres, en sus trajes pomposos, y de las formas arquitectónicas.

Los antiguos cronistas anotaban que toda Lima en los primeros años de su exitencia parecía un inmenso monasterio.

Así las cosas, el haber vivido entonces entre la pompa aristocrática (que nunca se quizo independizar de España) y las oraciones hizo de los Limeños unos eunucos, o en su defecto ciclanes (que tienen un sólo testículo), y como tal: muy comodones. Lima nunca amo el pecado, muy por el contrario la evitó, vivía en la perfecta nube y en la chismografía barata.

Por eso Lima no conoce de revoluciones y no ha sido epicentro de grandes revueltas, como en su momento los fueron por ejemplo París, los bolcheviques de petrogrado, los campesinos Mexicanos que sacaron a machetazos a Porfirio, o los guajiros en la Habana, que están ahí como pasajes históricos.

Por eso cuando un Limeño racista achaca su espíritu atontado y sumiso a su ingrediente indigena, peca de ignorante porque, como bien anotara Salazar Bondy, da la casualidad que es el indio el que, como lo enseña la historia, ha llevado su descontento a la acción -reprimida ferozmente por la autoridad limeña-. En tanto el Limeño sigue siendo el que acepta con apenas una ironía en los labios o un chascarrillo contingente, los abusos de los poderosos, la impúdica corrupción de los políticos, la absolutista voluntad de la minoría voraz, y otras perlas.

Esta es la Lima que tanto queremos, una ciudad que mantiene las ruinas eternamente nuevas (Hemann Melville).

Un muladar que evoca nostalgia en "el viejo puente, el rio y la alameda", en la candorosa voz de chabuca granda, plagiadora impune de Raúl Porras Barrenechea.

Feliz día, Lima.











martes, enero 15, 2008

Lluvia de Fuzztones: el rock garagero que perdura...

Tal como lo gritó Gene Vincent. Como alguna vez lo coronó Richard Hell, y que fue espanto y terror para las masas mansas que sentían el cuerpo escarapelarse al oir los sonidos de caverna de los Stooges, The Fuzztones (1984) ya lleva un largo trecho dándole a la tarola y tocando en diminutos huecos (club, pub) para que el rokanroll, ese hijo de la tesitura y la malababa que vió morir al viejo Gene olvidado en una carachosa cantina, sude cuerpo a cuerpo y se sienta más vivo que nunca, al menos para que la magia siga brotando desde una incansable voz.

Y es que, como declarara alguna vez Rudi Protudi, el único freak-terco sobreviviente de la ya viejuca banda, "nunca seremos estrellas de Rock". Lema de viejo cuño en los predios rockeriles que ha sepultado a muchos héroes que no aparecen en la historia oficial, pero que para los feos del mundo (como este escriba) constituyen un referente obligado.

Optar por un canal marginal (sellos undergrún y luego sello propio) le valió que muchos sabiondos sobre la materia pronosticaran un temprano fracaso. Por eso, hoy en día, da risa releer lo que un crítico españolete, una de esas sobras de la movida Madrileña de los ochentas que cree estúpidamente que dicha movida fue la gran cagada, atacara duramente a la banda desde una desaparecida revista que no vale la pena nombrar.

El tiempo ha hecho que todos esos: se metan el dedazo medio en el culo, porque The Fuzztones no sólo ha sobrevivido al tiempo, a su vendaval inmisericorde, y a sus petulantes modas, sino además ha cultivado una legión de fieles seguidores en el mundo, y de imitadores por doquier.

Larga vida al rockaroll de garage y a su vital minimalismo psicodélico/psicótico.






lunes, enero 14, 2008

Adiós maestro invisible: Juan Ramirez Ruiz...


El sábado por la mañana cuando me levantaba de una tropicalísima resaca la noticia me llegaba como presagiando la inmensa tristeza que sentiría con el pasar de las horas: El poeta Juan Ramirez Ruiz había muerto o, en todo caso, a raíz de su desaparición intempestiva su muerte era confirmada. Fue enterrado como un NN al ser arrollado en la panamericana norte por un Bus mientras –dicen-caminaba sólo como un lunático sin documento alguno que lo identificase. Yo diría más bien: caminaba como un iluminado.

Me he quedado contemplando una foto suya que tengo en mi ordenador. En lo extraño que se le veía. Juan se borró hace mucho del mapa. Se borró desde que decidió desembarcarse de Hora Zero, el grupo que cofundara en los años setenta. Estaba claro que Hora Zero ya no era lo mismo sin Juan. En realidad HZ ya no es lo mismo hace mucho tiempo.

Un día el Poeta Mexicano Mario Santiago Papasquiaro, el entrañable Ulises Lima de los Detectives Salvajes, dedicó su obra Aullido de Cisne al Poeta Chiclayano diciéndole esto:
Para mi maestro invisible, el arcipreste Peruano Juan Ramirez Ruiz.

No sé si Mario lo habrá conocido, pero de que lo leyó no me cabe la menor duda. Y observen que tan puto es el destino: el maestro invisible murió de la misma forma que su discípulo Mexicano.

Un día también, en esos arrebatos que a veces se me ocurre, quise hacer un viaje a Chiclayo para visitar a Juan. Ver a la leyenda. Tomarme foto con el, y preguntarle porqué siendo uno de los mejores poetas de los últimos tiempos vivía alejado de todo y de todos. La osada empresa nunca la llevé a cabo.

Adiós Maestro, y ríase a carcajada cuando los idiotas de siempre de este País salgan recién a reconocer sus méritos, llenándose la boca de las mismas tonteras que siempre dicen, del mismo salame que siempre cantan, y de los homenajes que recién estos imbéciles le harán.

Salve, Juan.