jueves, julio 12, 2007

HUGO NEIRA, UN PELELE AL DESNUDO...

En un anterior post nos hemos ocupado de este pobre diablo a quien sin mérito alguno el gobierno le encargó la dirección de la Biblioteca Nacional. Primero, en su condición de chinche, arremete contra Alfredo Bryce endilgándole aspectos supuestamente desagradables (para el chinche, claro está) de su vida personal. Hoy, sin embargo, asistimos a su desnudez total, éste es el Hugo Neira en su real dimensión: un bicho avalando y defendiendo la censura militar de la que ha sido víctima (hace poco) el pintor Piero Quijano al prohibírsele una exposición en la legendaria casa Jose Carlos Mariategui en donde el artista en un arranque de ironía y talento caricaturizaba a nuestros militarotes tal como son: brutos e ineptos (¿se imaginan lo que hubiera dicho el maestro Mariátegui frente a esta censura?). Para quienes alguna vez creyeron que a éste bicho su larga estadía en europa, sus motudos suspiros parisinos lo transformaron en un amante de la "Libertad" pues wiflas, se equivocaron, al bicho le sigue gustando las babas de las negras botas militares que alguna vez , gentilmente, sirvió.

DENUNCIANDO LA IMBECILIDAD...

La imbecilidad de las autoridades puede llegar a extremos criminales, de mutuo propio he denunciado al alcalde del distrito donde vivo (la Molina) por dar autorización a una empresa constructora que, a punta de cemento (y autorizaciones turbias que le permiten robar espacios) se encarga de desaparecer las áreas verdes, encementar los parques, llenarse el bolsillo de plata, y enmierdarnos la vida. Eso pasa en todo Lima y como toda Lima se esmera en ser idiota sigue creyendo en ese cartel turístico que dice “Lima Ciudad Jardín” y en algunas peñas sus habitantes (que son fronterizos e inorgánicos) cantan aquella gilipollada de Chabuca Granda que dice “perfumada de Magnolia”, mientras el cemento del negocio avanza. Al cemento, se suma el hecho que Lima tiene un mar tan pestilente como sus gentes, sus autoridades, sus políticos, sus clérigos, sus beatas, su cielo, sólo sus perros abandonados huelen decentemente.