lunes, mayo 21, 2007

EL CADAVER MÁS EXQUISITO, AMBROSE BIERCE

Tirano, veedor de lo indescriptible, gacetillero de pura sátira. Ambrose Bierce (Ohio EEUU 1842) bien podría haber tenido su refugio de autoexilio en los altos del Tabaris ( aquel antro de perdición centrolimeño donde mujeres libertinas se formaban en las artes de cómo pepear al parroquiano) y envejecer hasta los 100 entre la humedas paredes de aquel viejo edificio mientras escribía nuevas historias macabras. Pero nada de eso, Bierce una tarde de diciembre de 1913 cruzó la frontera de México, dicen que se enroló a las filas de pancho villa, dicen que lo vieron borracho de tequila en chihuahua. Dicen y dicen, lo cierto es que Bierce un día desapareció y nunca más se supo de él, no se sabe cuando murió y mucho menos que fué de su cadaver.

EL VERASTEGUI QUE NO CONOCÍ

A simple vista Verastegui parece ser un perdido pastrulo que mora por debajo de los alrededores del Puente Trujillo. Pero toda apariencia engaña porque el Verastegui del que hablo es el poeta y el autor del crimen más hermoso cometido en esta tierra: "En los Extramuros del Mundo". Digo crimen porque es evidente que con la publicación de este hermoso poemario allá por los año 70 el señor Verastegui debió haber asesinado a varios fósiles que alargaban su tan remendado prestigio de naftalina. Todo bien escrito, todo bien puesto hasta en los mínimos detalles y con el ritmo que sólo su voz provinciana podía imprimirle. Lástima que el Verastegui de los Extramuros se perdió en el tiempo y nos trajo por ejemplo Angelus Novus que es un mamotreto intragable. Pero aún así lo queremos porque es de los nuestros y eso vale más que unas cuantas líneas trazadas ya sea de amor o de ingeniería.

T. REX ¿Y AHORA QUE HACEMOS CON MARC BOLAN?


Marc Bolan seduce, seduce desde que todos lloraron su partida (marines, rubicundas adolescentes, maricas travestidos, victimas y victimarios), y seduce en especial este viernes por la noche, este jodido viernes en la que aún no he podido desgrapar tantas cosas pendientes que tengo en la cabeza. ¿Es verdad que de niño quiso ser boxeador?, eso no interesa cuando se trepa a tus oídos esa voz acaramelada de chiquiviejo, la misma voz que la crítica pretendió acribillar y que los duros rockers (que de duro sólo tenían su nariz pegada en los tóxicos) la detestaba a rabiar. Que va, que se jodan todos esos inútiles porque no hay mayor revolución este Viernes que ser un apesadumbrado fan del chico de los tacos altos.

CUZCO SANTO...

Fue Federico More quien recordando lo dicho por Abelardo Gamarra decía que el Perú sin el Imperio de los Incas y sin el Cuzco no sería nada (así de trágico y claro), es decir pasaría por ser un país de hijos bastardos. En la antigua capital de los Incas uno se da cuenta que existe un amor por el Perú y un singularísimo amor por el Cuzco, esto último quizás por el simple hecho de lo que históricamente significó y aún significa el Cuzco para el Peruano y en general para el mestizaje. Ambos amores sin embargo divididos y hasta diría tajados por las heridas del pasado. Uno puede odiar Lima, detestar el Perú, aborrecer los países de Latinoamérica y en general todo el planeta, pero sin embargo seguir queriendo al Cuzco. Eso sentí mientras caminaba por su ciudad (casi como un sarraceno del sahara) convergiendo entre extraños extranjeros, mientras mi retina admiraba sus santuarios y desde la ventana del auto de un viejo amigo (residente en el cuzco e hijo adoptivo del mismo) me maravillaba con el hermoso paisaje del valle sagrado de los Incas. Dicen que la felicidad es apenas lo vagos minutos que quedan registrado en nuestro disco duro, yo veo así la felicidad: un amanecer lluvioso en el cuzco con aroma de café y caliente pan serrano, mis dientes dándole un mordiscón a un choclo con queso en Urubamba, un crocante y dorado "cuy" salido de un horno de barro en Pisac, la sonrisa de mi mujer y la amiga argentina que le jura que el próximo año se mudará a vivir al cuzco, las graciosas ocurrencias de la hija cusqueña de mi amigo que nos arranca mas de una carcajada.