miércoles, octubre 03, 2007

Una tímida primavera Limeña y Gesualdo Bufalino yace en mi velador....

“Argos el Ciego” es la pequeña obra del escritor italiano Gesualdo Bufalino (Comiso-Sicilia, Italia, 1920-1996) que por estos días y a la justa acabo de terminar de leer . Mi viaje, el tiempo y las responsabilidades diarias en la oficina hacían imposible su conclusión a pesar –como dije- de ser una pequeña pero significativa joya literaria:
"Noviembre, diciembre: húmedos residuos de mil novecientos cincuenta. El invierno se halla ahora en su cúspide, melancolísimo de hielos, inundaciones, gatos de ojos avellana...Pasé un cumpleaños sin regalos, aunque no los habría pretendido de los colegas amigos, también ellos alejados de casa, obligados a mimar a céntimo el miserable estipendio."
San Bufalino (así le ha bautizado este servidor) es un romántico, un irresponsable romántico chapado a la antigua: personajes cuyo pelo tienen corte alemán bañado en brillantina y zapatitos de charol brillosos para la ocasión, con ese caminar de burócrata que lleva una camisa blanca bien planchada, un lapicero colocado en su bolsillo izquierdo, el nudo perfecto de la modesta pero limpia corbata, y el matutino puesto en el sobaco, dispuestos a enamorarse pero jamás ha revelar su amor.
"amé las callejuelas sospechosas, los compañeros de mala conducta, los relatos de chulos y de navajas. Me gusta hojear en el desván los folletos de los viejos diarios, por si acaso se oye sonar la alarma de un violín de ciego, apostado en la esquina para el aviso; habría querido vivir en carne y hueso un misterio en parís; jugar una vez a la ruleta rusa; recibir una carta de la Mano Negra, firmada con una cruz. Todavía ahora me atrae todo cuanto contiene una amenaza. Hasta el gusto de fantasear, este pasatiempo mío del teatro a ojos cerrados.."
Habría por último que agregar que fue un escritor desconocido (o secreto, como dice su editorial) hasta los 60 años. San Bufalino me ha calentado estos días en que aún se siente un leve pero persistente frío, relevando así a ese Sol que a veces asoma pero recula y se esconde.

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